Sus últimos trabajos se han enfocado en la reedición de los éxitos que ha mantenido a lo largo de sus 40 años de carrera. Se dice fácil pero no. Cuatro décadas implica trabajo, disciplina y talento extraordinario para seguir de pie y muy alto.

Miguel Bosé es incluso el ejemplo de vida de mucha gente que creció con su música, desde lo rosado que resultaba escuchar ‘Linda’ hasta la atractiva irrupción de ‘Encanto’. Hoy canta también a sus hijos, con ‘Amo’ y ‘Estaré’.

El madrileño nacido en Panamá no deja de bailar, de aplaudir, de encarar a la guerra y la violencia con sus canciones y su condición física es envidiable.

Anoche los decibeles eran insoportables. Pero no los del equipo de sonido, sino los de los aclamos y los aplausos, que pedían, exigían una y otra canción más, un público insaciable, inédito en la Capital Zapatera.

El sonido y lo técnico es otra cosa. El espacio de la Velaria de la Feria permite que las intenciones técnicas logren el mejor desempeño de los equipos y de los instrumentos musicales, a diferencia de las bodegas del Poliforum León y por supuesto, el elefante blanco que es el Palenque de la Feria.

Incluso el escenario en donde el español se desenvolvió no le pide nada a lo que U2 presentó esta semana en la Ciudad de México, por supuesto, guardando proporciones. Incluso la organización y la seguridad del evento pasaron desapercibidos, señal de que todo resultó más que perfecto.

Miguel Bosé es un obligado de la cultura pop moderna, siempre un gusto recibirlo en sus giras.